Cuando hablamos de personas refugiadas, por lo general nos vienen a la cabeza desplazamientos forzados por conflictos armados o por pobreza extrema. Sin embargo también existen otro tipo de causas que provocan desplazamientos: los efectos del cambio climático y los desastres naturales. En estos casos, utilizamos el concepto de personas refugiadas climáticas (o refugiadas ambientales).
El concepto no es nuevo, Lester Brown lo utilizó por primera vez en 1976, pero todavía a día de hoy existe un debate abierto sobre su utilización, ya que el concepto no encaja en la definición legal que se utiliza en el derecho internacional. Aun así, se trata de un concepto que apela a una situación cada vez más presente, la de la emergencia climática, y organizaciones como las Naciones Unidas utilizan el término. De hecho, esta es la definición que propone la Organización Mundial para las Migraciones:
«Los Migrantes ambientales son personas o grupos de personas que, por razones imperiosas de cambios repentinos o progresivos en el medio ambiente que afectan negativamente a la vida o las condiciones de vida, se ven obligados a abandonar sus hogares habituales, o deciden hacerlo, ya sea de forma temporal o permanentemente, y que se mueven ya sea dentro de su país o hacia el extranjero.»
* Sobre el marco teórico del concepto, Estitxu Arkotxa Zabala de la UPV/EHU presentó un trabajo interesante sobre el tema en 2018, aquí disponible
Según los datos de ACNUR, desde 1970 se han duplicado los desplazamientos forzados por desastres naturales. Cada día queda más claro que es un problema urgente, el incremento de la temperatura, la subida del nivel del mar, las sequías, inundaciones, la desertificación… ¿pero en quién recae la responsabilidad? Sobre esto reflexiona Miguel Pajares en su último libro, Refugiados Climáticos, publicado este mes. En él se aborda la falta de acción de los gobiernos, si bien conocen la situación desde hace décadas. Quienes sufren las consecuencias más graves son países como Somalia o Sudán del Sur, aunque las causas sean los modelos de sobreproducción y sobreconsumo de los países más ricos. En libro de Pajares lo deja claro: necesitamos políticas globales tanto para abordar el cambio climático como para gestionar las migraciones.
«Este libro trata con rigor el desafío de las migraciones climáticas, una realidad que hay que abordar con instrumentos de protección. Lo que está en juego es la vida de millones de personas.»
En Donostia, Emaús Fundación Social ha elaborado unos talleres para tratar este tema en su proyecto ESTÁ QUE ARDE, con un punto de partida muy original: ¿Quieres conocer la Gipuzkoa del año 2100?
Con esta invitación, El grupo de ETIK de Emaús ha difundido un documental que sucede en una Gipuzkoa distópica donde, por ejemplo, no tenemos playas. En esta situación, ¿Seguiría existiendo tu pueblo?, ¿O lo habría devorado el fuego?. Con condiciones meteorológicas más devastadoras, ¿Podrías trabajar la tierra?, ¿O tal vez tendrías que migrar? Las y los jóvenes que participen en el proyecto tendrán que contestar a preguntas similares en dinámicas organizadas a modo de juego de rol. Si quieres participar como grupo, las inscripciones todavía están abiertas en ingurumena@emaus.com