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ENTREVISTAS ZAS: Lorenzo Cachón

«Las medidas que ha tomado Biden en los primeros días vienen a deshacer algunas de las medidas más dañinas que adoptó Trump»

Lorenzo Cachón ha sido catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y es un reputado especialista en migraciones. En la actualidad trabaja sobre los problemas del racismo sistémico en Estados Unidos.


Tras el asalto al Capitolio, ¿qué puedes decirnos desde Washington?

Aun sabiendo que Estados Unidos tiene un problema muy grave de terrorismo doméstico de extrema derecha, nunca imaginé que eso pudiera ocurrir. A pesar la persistencia de Trump en que le han robado las elecciones de noviembre y de la movilización que había (y sigue habiendo) de grupos de extrema derecha, alentada por el mismo presidente como se le acusa en su segundo Impeachment. Y cuando comencé a ver la imágenes, lo primero que me vino a la cabeza fue que eso no hubiera ocurrido si la protesta hubiera sido liderada por Black Lives Matter. Porque la presencia y resistencia policial hubiera sido mucho mayor. 

A mí personalmente la imagen que más me impactó fue ver la bandera confederada, símbolo de la esclavitud y el supremacimo blanco, dentro del Capitolio. Ese momento me dejó completamente paralizado.

El asalto al Capitolio, sede del poder legislativo, ha sido una culminación de la polarización que se vive en Estados Unidos, con dos Américas enfrentadas entre sí como no lo habían estado desde los años sesenta del siglo XX o desde la Guerra Civil. Es muy actual lo que Dr. Martin Luther King Jr. dijera con gran énfasis en 1967, un año antes de ser asesinado: “Nuestra nación se está dividiendo en dos sociedades hostiles y la principal factor destructivo es el racismo blanco”. Ese racismo blanco es el que asaltó el Capitolio.

¿Qué factores ayudan en el surgimiento y mantenimiento de este tipo de actitud y movimiento?

Hay muchos aspectos que convendría tener en cuenta. Pero señalaré solo uno al que desde Europa no se suele prestar la atención que merece: el supremacismo blanco en Estados Unidos, que comenzó a formularse cuando perdieron la Guerra Civil en 1865. Es un movimiento de largo alcance que siempre ha reaccionado a la contra: pierden la guerra y matan a Lincoln y luego terminan con la Reconstrucción que había mejorado la vida de los negros esclavizados hasta entonces; se consiguen leyes de derechos civiles en los sesenta y antes y después matan a líderes negros como Luther King y continúan con los linchamientos. 2020 ha sido un año de grandes movilizaciones (como nunca en la historia del país) ligadas al movimiento Black Lives Matter tras el linchamiento de George Floyd y el supremacismo blanco, con los Proud Boys y otros grupos extremistas, estimulados por “su” presidente, reaccionan y han matado a gente y terminan asaltando el Capitolio.

Mikel Reparaz, periodista vasco, que ha escrito un estupendo libro sobre la Norteamérica actual, dice que los EE.UU. es entrar como en un multicine en el que se ven dos películas de dos sociedades absolutamente distintas. Si esto es así, ¿qué hacer?

Creo que el análisis de Reparaz es muy atinado. Hasta hace poco he vivido durante unos años en Carolina del Sur. Cuando entrabas en un bar o restaurante con una sola televisión, si no había deportes, podías decir rápidamente en cuál de esas dos Américas estabas: con la Fox o con la CNN/MSNBC. Ahora, en el área de Washington, es más difícil encontrarte con el mundo Fox. Hay dos Américas que conviven en el mismo territorio pero que viven en paisajes imaginarios muy distintos.

El qué hacer genérico creo que lo ha enunciado bien Biden en la inauguración de su presidencia: reconstruir la unidad del país. El problema es que unos y otros entienden (entendemos) la unidad de distinta manera. Yo de momento lo que creo que hay que hacer es lo que ya he comenzado la administración Biden: abordar la situación sanitaria y económica con sendos planes de acción formulados desde una óptica de fomente la igualdad social y racial. Es la mejor manera de restañar esa brecha que hay entre las dos Américas. Y que los no votaron por Biden vean que las políticas demócratas concretas también les benefician. 

Y en el campo de la inmigración ¿qué crees que debería hacer Estados Unidos ahora, tras la llegada de Biden a la Casa Blanca?

Para mí, la gran sorpresa de estos primeros días de la presidencia Biden es precisamente como ha comenzado a abordar las cuestiones migratorias, no tanto por lo que ha hecho el primer día sino por incluirlo entre los siete campos de políticas prioritarias y por el anuncio de que va a enviar un proyecto de ley general de gestión de las migraciones al Congreso en los próximos días.

¿Qué te parecen las medidas que ha tomado en los primeros días se su presidencia en materia de migraciones?

Muy adecuadas y necesarias, porque vienen a deshacer algunas de las medidas más dañinas que adoptó Trump en este campo. Su sola enumeración es impresionante. Entre las órdenes ejecutivas que Biden firmó el primer día de su presidencia está la reactivación y fortalecimiento del programa DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), establecido por Obama y bloqueado por Trump, pero incluyendo en la orden un llamamiento al congreso para que permita el acceso pleno a la ciudadanía de estos inmigrantes que entraron de niños sin papeles.

Otra orden ejecutiva elimina la llamada “prohibición musulmana”, que bloqueaba los viajes a Estados Unidos desde varios países predominantemente musulmanes y africanos.

Biden ha ordenado detener de modo inmediato la construcción del muro fronterizo con México del que Trump había hecho todo un símbolo. Y en otras órdenes de ese primer día ha revocado el plan de la administración Trump de excluir a los 11 millones de inmigrantes indocumentados del censo de población 2020, y ha anulado una orden de Trump que impulsó esfuerzos agresivos para encontrar y deportar inmigrantes indocumentados (en una señal clara de que no seguirá una política nefasta de deportaciones que fomentó también el presidente Obama).

Por lo que dices, ¿crees que la gestión de la inmigración será una de las prioridades reales de la presidencia Biden? 

Muchas señales de los primeros días apuntan en esa dirección. No solo que figure en la web de la Casa Blanca como una de las siete prioridades de la presidencia Biden. Y es importante y urgente que así sea. Porque desde hace muchos años, ya antes de la presidencia Obama, se viene señalando que el sistema de gestión migratorio estadounidense es un sistema “roto” y disfuncional. Obama no lo arregló y Trump no ha hecho más que empeorar brutal e inhumanamente las cosas (el New York Times ha calificado las políticas migratorias de Trump como “extravagantemente crueles”). Parece que en los próximos días presentará un proyecto de ley de Ciudadanía que aborda cuestiones claves de la gestión de las migraciones. Necesitará recomponer también el sistema de asilo que Trump ha destrozado. Y espero que se adhiera a los pactos mundiales de Naciones Unidas para la Migración Segura, Ordenada y Regular y para los Refugiados. 

¿Qué se sabe y cómo valoras ese proyecto de Ley de Ciudadanía del que nos hablas?

No conozco el contenido completo del proyecto de ley. Pero hay una información y dos valoraciones que ponen de relieve que puede ser histórica y muy positiva. La información es que abordará un tema que es casi tabú: la regularización extraordinaria (en Estados Unidos se conoce como “amnistía”) de los 11 millones de migrantes indocumentados que hay en el país, abriéndoles el paso a la ciudadanía plena en 2029. Muchos de esto trabajadores son esenciales para que funciones servicios básicos como la construcción, la agricultura, el procesamiento de alimentos, o los restaurantes. Se trataría de la mayor regularización extraordinaria llevada a cabo nunca en ningún país. 

La primera valoración del proyecto va ligada a la sorpresa: en la campaña electoral ni siquiera se había discutido con seriedad la posibilidad de una regularización extraordinaria de ese tipo. Y ligada a esa va la segunda: la extraordinariamente positiva valoración que han hecho las organizaciones inmigrantes y organizaciones de apoyo a los inmigrantes y defensores de los derechos humanos.

Este seguro que esta importante legislación encontrará oposición en el Congreso, especialmente entre los senadores republicanos, pero espero que pueda salir a delante sin dejarse demasiados pelos en la gatera. Y sin hacer concesiones previas, como se hizo en la presidencia Obama, en materia de deportaciones.