Después de 10 de años de estrategia antirumores ¿Qué balance podemos hacer?
No es fácil hacer un balance ya que hay aspectos que todavía no se han podido analizar ni evaluar en profundidad. Además, no existe una única estrategia en la práctica y ni puedo ni pretendo hablar en nombre del conjunto. Dicho esto, me atrevo a apuntar que la estrategia antirumores (EAR) sigue generando interés y se sigue considerando necesaria, como lo muestra el hecho de que cada mes surjan ciudades de diferentes países interesadas en impulsarla.
La mayoría de elementos del enfoque inicial siguen vigentes: el objetivo de dirigirse a la gran mayoría de la sociedad con actitudes ambivalentes, la importancia del compromiso político, la necesidad de sumar a muchos actores diversos de la sociedad civil, apostar por la formación y el desarrollo de nuevas competencias y la creatividad.
¿Hay elementos o aspectos que han cambiado o evolucionado?
Sí, algunos aspectos del enfoque también han tenido que evolucionar en función de la prueba-error y han ido incorporando el conocimiento, los enfoques y prácticas de diversas disciplinas y ámbitos de intervención. Las Estrategias se ha ido alejando de un enfoque más reactivo y de respuesta a los rumores, para ir sofisticándose y apuntando más a la prevención desde marcos y narrativas alternativas. Las acciones se dirigen a promover el pensamiento crítico y la empatía y a influir en las causas de fondo que favorecen la discriminación, la polarización y la hostilidad al diferente.
¿Cuáles dirías que son los límites o riesgos de las EAR?
Los riesgos son la tendencia a quedarse en la superficie, la simplificación de las respuestas, la falta de ambición y de creatividad que pueden anquilosar las dinámicas e impedir la innovación. Uno de los mayores riesgos que veo es que las diferencias discursivas en los enfoques impidan generar consensos sobre objetivos y espacios de trabajo compartidos y colaborativos entre actores diversos. El riesgo radica en ceder el espacio a los que tienen claros sus intereses y para conseguirlos no dudan en fomentar los prejuicios, los discursos que estigmatizan a determinados colectivos y que refuerzan la polarización o la discriminación.
¿Es la EAR una estrategia para autóctonos –blancos?
Para responder a esta pregunta es importante que vayamos primero a los objetivos que perseguimos con nuestras estrategias. Aunque haya un enfoque más o menos compartido, pueden existir disparidades respecto a los objetivos específicos, y esto afectará también a los actores y a los y las destinatarias de las actuaciones. En este sentido, si queremos reducir las causas de la discriminación desde una perspectiva global como sociedad, es obvio que debemos apuntar a las instituciones y normas sociales generalmente construidas por la mayoría autóctona, por diversa y heterogénea que ésta pueda ser.
Pero, además, promover el pensamiento crítico y la empatía, y valores como la igualdad real de derechos, y el respeto a las diferencias, implica e incumbe a toda la sociedad con independencia de origen, etnia, creencias o fisonomía. En este sentido, la EAR des una estrategia para todo el mundo.
¿Cuáles son en tu opinión los hitos estatales más relevantes o decisivos en la EAR?
Pues empezaría por el principio, por destacar que la ciudad de Barcelona sigue desarrollando su EAR diez años después y habiéndose producido diferentes cambios de gobierno. La sostenibilidad en el tiempo es clave en estos procesos, pero también la necesidad de evolucionar y adaptarse a los cambios de contexto, cuestionándose las metodologías e incorporando nuevos enfoques, conocimientos y miradas procedentes de diversas disciplinas y experiencias prácticas, y hacerlo sin perder (más bien ampliando) un consenso básico tanto a nivel político como social.
Lo mismo sucede en los diferentes territorios de todo el estado que llevan años impulsando EAR y otros que se han ido sumando, ya sea en ciudades de la RECI o no. Un tema que quiero destacar es que, a partir de las prioridades identificadas desde los territorios, cada vez podemos profundizar más en algunos ámbitos concretos, como es el caso del trabajo que venimos realizando para adaptar el enfoque antirumores al ámbito educativo. (Guía Antirumores en el ámbito educativo).
Pero sobre todo quiero destacar experiencias como la Cumbre Juvenil Antirumores, que se impulsó por primera vez en Getxo y que sigue organizándose anualmente, implicando activamente a jóvenes que deben ser actores fundamentales de la estrategia. Y no puedo dejar de destacar la experiencia de Zas!, como símbolo de la necesaria colaboración entre diferentes administraciones públicas, tanto a nivel local como regional, junto con entidades y organizaciones sociales de la sociedad civil, como la universidad. Creo que este es el camino a seguir si realmente queremos tener un impacto real a medio y largo plazo.
¿Y a nivel internacional?
A nivel internacional, la metodología Antirumores ha sido validada y promovida por el Consejo de Europa, lo que sin duda ha influido en que desde Antirumours Global hayamos estado en más de 20 países en los últimos años apoyando el impulso de estrategias o dando formaciones antirumores . Una muestra de la capacidad de la estrategia de adaptarse a contextos tan dispares lo demuestra el hecho que el Manual Antirumores del Consejo de Europa se haya traducido a varias lenguas, entre ellas el japonés y el árabe.
En este tiempo de fake news y de combates ideológicos por redes sociales ¿Se ha quedado la EAR sin espacio?
Sinceramente creo que más bien todo lo contrario. Por desgracia, el impacto de las crisis económicas, el aumento de las desigualdades y de la polarización social van acompañadas de un resurgimiento de discursos de carácter xenófobo, racista y estigmatizadores de determinados colectivos que se presentan como chivos expiatorios y que ofrecen respuestas populistas y demagógicas a situaciones muy complejas. Las redes sociales y sus algoritmos refuerzan el poder de los mensajes emocionales y la creación de burbujas identitarias donde el debate sosegado, los argumentos y el pensamiento crítico se diluyen ante las proclamas simples y directas que apelan a instintos básicos y emocionales. La psicología y la neurociencia son utilizadas para eliminar matices y convertir el foco público en un permanente trasiego de posturas distanciadas que refuerzan los prejuicios y la hostilidad entre las diferentes posiciones.
¿Qué lugar debe ocupar la EAR?
La EAR debe jugar un papel clave en este contexto de reivindicación del pensamiento crítico, y del valor del diálogo, de recuperar la importancia de saber escuchar, cuestionar, dialogar y defender valores fundamentales para la convivencia y el respeto a derechos básicos. Todo esto creo que hay que trabajarlo en el mundo offline, en la educación, desde la política y desde la sociedad civil a todos los niveles. La sobrerepresentación de las fake news o narrativas negativas relacionadas con la diversidad demuestra lo difícil que lo tienen otras narrativas alternativas para hacerse oír. Sin duda, no se trata de una tarea fácil y requiere de mucho compromiso y responsabilidad colectiva e individual (apuntamos algunas claves en el Paper 10 criterios para la creación de narrativas alternativas eficaces sobre la diversidad). Y creo que la EAR tiene mucho que aportar en este objetivo que hoy en día es determinante para el futuro de nuestras sociedades.
En este contexto de polarización y posiciones inamovibles, de debates radicalizados y excesivamente encendidos, ¿Cuál es la actitud a mantener?
Considero que es imprescindible recuperar algo que se está perdiendo, y que consiste en la importancia de escucharse. Para ello es importante generar espacios, más allá de las redes sociales y de los parlamentos, que por desgracia se han convertido en su mayoría en espacios para sordos que solo sirven para defender las ideas que responden a los intereses particulares y no colectivos. Es la dinámica del ‘nosotros’ y ‘ellos’ y lo único que importa es ganar, o mejor dicho, aparentar la victoria, imponer el discurso, con independencia de las consecuencias que semejantes “victorias” puedan tener para el conjunto de la sociedad, y especialmente para aquellos que siempre pagan el mayor precio, ya sea en forma de discriminación, exclusión o precarización.
¿Cómo valoras las prácticas de denuncia y confrontación a las que asistimos cotidianamente en el marco de la EAR?
Creo sinceramente que únicamente con la denuncia no conseguiremos cambiar la tendencia actual. Es necesario apostar con fuerza por retomar el valor del diálogo, del debate, de los argumentos, del respeto y de la empatía. Caer en la estrategia de la confrontación o la imposición de las posturas propias no ayuda a rebajar la polarización ni a ofrecer propuestas estimulantes que sean inclusivas. No se trata de defender a unos frente a otros, sino de abordar cuestiones que permitan mejorar la situación del conjunto de la población. Puede parecer muy tremendista, pero sin este compromiso tanto político como social nos abocamos a un futuro muy desolador. Podemos trabajar desde lo local, pero sin un mayor compromiso desde “arriba”…
¿Por qué es el ámbito municipal el más idóneo para el desarrollo a largo plazo de la EAR?
El ámbito local ofrece un conjunto de oportunidades que permiten trabajar desde abajo y desde la proximidad estas cuestiones. Es por esto que la EAR tiene su espacio “natural” en lo local, en los espacios donde es más factible generar vínculos, tejer redes entre actores diversos, crear espacios de reflexión y de escucha directa y movilizar energías desde consensos que requieren un trabajo de lluvia fina. La EAR también implica atraer a muchas personas, sumar miradas, competencias, energías y talentos diversos, y permitir que se escuchen las voces que casi nunca se escuchan. Este trabajo de sensibilización, de sumar energías y crear espacios y consensos escuchando y sumando las contribuciones de perfiles muy diferentes es más fácil hacerlo desde lo local.
¿Se agota en lo local el trabajo de la EAR?
No, el ámbito local no es suficiente para promover los cambios que son necesarios y que requieren de compromisos a diferentes niveles. Por ello, las EAR deben mirar y destinar energías a influir a otros niveles, en espacios de poder e influencia que trascienden lo local.
Lo primero es trabajar desde lo local para que los procesos de transformación tengan unos fundamentos sólidos. Pero los cambios más profundos solo pueden venir de la implicación y compromiso de actores a nivel regional, estatal e internacional. La EAR tiene que trabajar desde lo comunitario, en las escuelas, organizaciones, centros culturales, deportivos, en las administraciones públicas, pero también desde las universidades, las empresas y otros niveles de gobierno. De ahí la importancia de espacios como Zas!, que sean transversales y sumen compromisos a diferentes niveles, y de Antirumours Global, donde distintas EAR se vinculan a un proyecto global y comparten expertise.
¿Crees que el futuro de las EAR está en el trabajo en red entre diversos territorios?
El trabajo en red entre diversos territorios es un aspecto clave y fundamental del futuro de la EAR, aunque no diría que es el único. Es necesario, pero no suficiente. Es necesario porque la dispersión de energías y la descoordinación de las actuaciones en nada ayuda a los objetivos reales de tener un mayor impacto. Sin este paso previo, la tarea es mucho más complicada, pero no es suficiente si realmente queremos incidir en las causas de fondo de los procesos de discriminación, polarización o exclusión.
¿Qué dificultades encuentras en ese camino?
Los actores más implicados, más motivados y comprometidos, son también a menudo los más celosos de mantener sus enfoques y estrategias. Existe, además, la cultura tan extendida de preservar nuestro “chiringuito”, es decir, conformarse con espacios de relativa influencia y de confort. Es normal y en cierto modo comprensible (entre otros motivos por la falta de recursos) Pero el contexto actual requiere de una mirada a más largo plazo y global. Debemos ser capaces de buscar y poner el énfasis en lo que nos une y no en lo que nos separa. No podemos ser víctimas de los mismos procesos de polarización que nos afectan. Esto no significa en ningún caso renunciar a la diversidad de miradas y enfoques, pero sí que exige un esfuerzo muy importante para definir los fundamentos que compartimos. Lo peor que le puede pasar a la EAR es ser víctima de los propios prejuicios y de la falta de confianza, valentía y de ambición.